Cuando apenas iniciaba su adolescencia, el joven, hoy de 17 años, se acercó a la Iglesia Católica para cultivar su fe.

Durante tres años se desempeñó sin contratiempos como acólito en la Catedral de Huamanga, en donde conoció al entonces diácono Luis Bazalar, quien se convirtió en su consejero espiritual. Él ahora tiene 31 años.

“Había unas actitudes muy extrañas de este padre con mi primo”, dijo una familiar del joven.

Ella fue testigo de actitudes extrañas que incluían besos y caricias. “Le cepillaba los dientes el cura a mi primo, le lavaba las manos. ‘Tú eres mi hijo’, le decía así”, dijo la testigo a Panorama.

El cura comenzó a visitar constantemente la casa de Bazalar, todo con el consentimiento de su madre, primas y tías, que fueron testigos de sospechosas escenas que en ese entonces callaron.

“No había nadie en la casa. Toqué la puerta y se demoraron en salir. El volumen del televisor estaba fuerte (…). Salió mi primo sudoroso, le vi al padre este sentado en el sillón, y en el otro sillón estaba el pantalón del cura este. Yo me las callé, dije ‘es mi imaginación’”, dijo la prima del exseminarista.