Los tres estudiantes de medicina que fallecieron en la Panamericana Sur, en un aparatoso accidente de tránsito, viajaban a 170 kilómetros por hora en el auto Hyundai que, tras chocar contra un muro de concreto, se elevó más de seis metros de altura, a lo largo de unos 20 metros, antes de terminar hecho pedazos en el pavimento.

Peritos policiales revelaron que el velocímetro del carro quedó atascado justo en esa medida. Confirmaron la velocidad después de analizar las huellas que el siniestrado auto dejó en la pista, así como los daños que causó en el puente peatonal sobre el cual pasó en su increíble recorrido aéreo.

“Ni los pilotos de carrera se atreverían a manejar así en una zona urbana, menos aún con un vehículo no acondicionado para desarrollar alta velocidad”, refirió el capitán PNP Luis Edilberto Moscoso.

El ingeniero automotriz Juan Vicente Estrada corroboró la versión del oficial y explicó que los autos comunes empiezan a perder estabilidad a 100 kilómetros por hora y se convierten en una bomba de tiempo cuando rebasan los 130.

El estudiante José Leoncio Lizárraga Pareja (19), quien conducía el fatídico Hyundai negro B5K-354 que sus padres le habían regalado hace una semana, aparentemente, desconocía el peligro que encaraba al forzar su carro como lo hizo.

Fuente: La República