Además, explicó que los que se sienten más atraídos por estas fiestas son aquellos que consumen drogas, abusan del alcohol y provienen de hogares caracterizados por la ausencia de los padres. “Ellos son más proclives a acceder a este tipo de eventos”, dijo.

Asimismo, Saravia comentó que a muchos adolescentes les gusta estas prácticas porque “buscan marcar la diferencia, llamar la atención o reafirmar su identidad”.

“Es como que ellos mismos hacen competencia de saber quién es el más atrevido, el más osado”, aseveró.

Agregó que en estos casos es necesario, en primer lugar, reforzar la presencia de los padres. En segundo lugar, promover actividades que actúen como “factores de protección”, por ejemplo, deportes.

“Una persona que practica deportes es menos proclive a las drogas y el alcohol, un joven que tiene buena autoestima y afinidades sociales, que en su casa encuentra cariño, protección y compresión, así como buena comunicación con sus padres. En esos lugares difícilmente pasa ese tipo de cosas”, puntualizó.

Por: Gustavo Muñoz (@Gustavo_MP)