Conocer el sufrimiento, padecerlo y convivir con el han sido las enseñanzas más crudas que Rubén Zamudio le ha dado en los últimos tres años a su hijo Piero.

Sin poderse siquiera sentarse por la artrosis a la cadera que sufre, Rubén le enseñó a su hijo Piero de 13 años todo lo que sabía de la reparación de bicicletas. Ahora, este oficio se ha convertido para ellos en su acceso para la supervivencia.

Rubén asegura que su cadera quedó dañada por cargar enormes llantas. Cuando quedó postrado, la madre de sus hijos lo abandonó. Su pequeña hija vive con la abuela. Pero, Piero se niega a dejarlo solo, pese a que perdió un año escolar.