La noche del 7 de diciembre pasado, la periodista Juana Gallegos Venturo y el músico Jorge Bartra Ponce tomaban un café por separado en el Dunkin Donuts ubicado en la cuadra 4 de la avenida Javier Prado Oeste, en Magdalena del Mar.

A las 8 de la noche, dos hombres vestidos con gorras negras, camisas a cuadros y jeans entraron al local y les arrebataron sus laptops. La joven Gallegos se resistió inicialmente, pero al final tuvo que ceder ante el temor de recibir un balazo de uno de los delincuentes que poseía un arma.

La empresa, que no ha querido contratar a un vigilante por razones de presupuesto, se niega a aceptar alguna responsabilidad. A la empresa no le asaltaron la caja registradora ese día.

“Este tipo de asaltos sucede porque los delincuentes saben que el local está desprotegido”, dijo el capitán Juan Carlos Chávez Barreto, jefe de investigaciones en la comisaría de Magdalena, al semanario Hildebrandt en sus Trece.

Jorge y Juana pudieron hablar con los representantes de Nutra S.A., la empresa titular de la franquicia de Dunkin Donuts en Perú, quienes pudieron atenderles recién al quinto día del asalto.

“Se solidarizaron conmigo, y me ofrecieron un vale de donuts”, contó Jorge. Juana se reunió con un abogado representante de Nutra S.A. A ella le dijeron que la empresa no se responsabilizaría de las pérdidas.

“Si una banda de delincuentes armados entra con metralletas a un restaurante, esa es una fuerza irresistible. Contra esa fuerza no hay nada que hacer. Pero este tipo de casos es distinto. Aquí faltó un agente de seguridad que esté custodiando”, explicó Crisólogo Cáceres, presidente de la Asociación Peruana de Consumidores y Usuarios (Aspec).