La detección de la tuberculosis (TB) en población infantil es una de las más complicadas de realizar debido a que los niños no siempre pueden explicar las molestias físicas que padecen y, la obtención de una muestra de esputo para encontrar la bacteria que produce la enfermedad no es espontánea y muchas veces deben realizarse procedimientos complicados e invasivos.

Cuánto más edad tiene un niño, su capacidad y fuerza para proporcionar una muestra de esputo luego de una respiración profunda puede ser suficiente; lo que no sucede con los infantes y los recién nacidos que no son capaces de producir una muestra de esputo adecuada.

Ante esta situación, el médico debe recurrir a métodos no convencionales para obtener una muestra respiratoria usando nebulizaciones o incluso obteniendo otro tipo de secreciones como el aspirado gástrico (obtención de una muestra del jugo del estómago a través de una sonda) o la búsqueda del bacilo en heces.

El principal riesgo para un niño que no es diagnosticado a tiempo es que la enfermedad avance y luego sea más complicado su tratamiento y recuperación. Por este motivo, los padres de familia y las personas a cargos de menores (profesores, tutores, trabajadores de guarderías) deben estar atentos para sospechar de un posible caso de tuberculosis.

En general, el principal síntoma de la TB es la tos con flema por más de 15 días; pero en niños, los síntomas pueden ser muy diversos: fiebre persistente, sudoración nocturna, fatiga, falta de apetito, pérdida (o no aumento) del peso y decaimiento anímico.

El Dr. Leonid Lecca de la ONG Socios en Salud, también recomienda analizar la historia clínica familiar puesto que, en la mayoría de casos, los niños que padecen de tuberculosis son contagiados por adultos infectados, que suelen ser sus familiares más cercanos (padres o hermanos mayores) que viven en la misma casa con ellos.

“Es importante resaltar que el camino más efectivo para prevenir que los niños sean infectados con el bacilo de la tuberculosis es diagnosticar y tratar a los pacientes adultos con esta enfermedad tan pronto como sea posible”; manifestó el Dr. Leonid Lecca.

Además, para disminuir el riesgo de enfermedad en los niños, el Ministerio de Salud brinda el tratamiento de quimioprofilaxis (administración diaria de Isoniaciada durante seis meses) a los contactos examinados de los pacientes con TB Pulmonar Frotis Positivo, la cual es altamente contagiosa.

Otra medida para proteger a los niños, específicamente a los recién nacidos, es la aplicación de la vacuna BCG, que los protege de desarrollar formas severas de tuberculosis, como la Meningitis tuberculosa (en el cerebro) y la Tuberculosis miliar; que aunque no son contagiosas como la TB pulmonar representan un grave riesgo para la salud de las personas.