José Pasache Contreras (44), oficial de Mar de tercera y miembro de la Fuerza de Operaciones Especiales, fue sentenciado al “destierro” por ser portador del VIH. En 1991 fue diagnosticado con esa enfermedad. El chisme se corrió.

“El comando le contó a toda la gente lo que me había sucedido y ellos pensaban que yo los podía infectar”, dijo Pasache al semanario Hildebrandt en sus Trece. En 1994 le dieron de baja por “incapacidad psicosomática”. Contradictoriamente, en la misma resolución se decía que esa incapacidad no era causa de invalidez para el servicio activo, pero él no reclamó.

“El comando nos facilitaba el servicio de prostitutas, al estilo de Pantaleón y las visitadoras, para la ‘higiene’. Así fue como se contagió él, mi promoción”, cuenta su excompañero Samuel Apaza, quien se recibió de abogado y tomó el caso de Pasache.

Luego de contarles de su enfermedad a sus hermanos, lo internaron. Cuando le dieron de alta, la Marina lo mandó a trabajar al Hospital Naval como parte de la plana administrativa, pero el VIH permanecía como una latencia amenazante, por lo que tenía que cuidarse de enfermedades oportunistas.

En 1994 fue internado por una infección estomacal. Estando en el hospital, se enteró de que lo habían separado de la Marina de Guerra.

En el 2010, Samuel Apaza presentó la primera medida para reponer a Pasache en la Marina. Ese mismo año lograron la primera sentencia a su favor y, en febrero del 2011, ya estaba trabajando en la Marina como personal administrativo.

En el Hospital Naval le encontraron que tenía hepatitis b y comenzó a tratarse inmediatamente. Las cosas parecían irle bien, pero en agosto del 2011 le llegó una nueva resolución que le daba de baja por límite de edad. Pasache acababa de cumplir 44 años y seguía siendo suboficial de tercera.

Samuel Apaza logró que fuera anulada la resolución, pero la Marina de Guerra apeló y el abogado se dirigió al Tribunal Constitucional, pero le salió el tiro por la culata. La instancia le dio la razón a la Marina de Guerra y se declararon nulas las sentencias a favor de Pasache.

Fuente: Hildebrandt en sus Trece