En esta segunda entrega, desde el penal Santa Mónica, Eva Bracamonte se siente frustrada y señala que no odiaba a su madre (Myriam Fefer), “sino que la amaba como uno ama a su parte más linda. Mi mamá era mi mejor parte”.

Asimismo, expresa que ya no es la Eva de antes. “No tengo 18, 19 ni 20, ni estoy sola, tengo a mi papá, pero a la vez tengo todo para sentirme derrotada, para sentir que se acabó, que perdí”, manifiesta.

En ese sentido, en la larga misiva, la joven busca responder ¿quién es ella en realidad? y la respuesta, la lleva a desmitificar la imagen de joven fría e indiferente que se creó luego del asesinato de su madre en el 2006.

“Si yo fuera la mitad de las cosas que han dicho que soy, no debería estar en la cárcel sino en un manicomio y que esa Eva fría, capaz de hablar con un asesino, de planear un crimen con él y de abrirle la puerta para que mate a su madre que los medios han creado durante tanto tiempo (…) en verdad no existe”, explica.

Finalmente, la revista ‘Caretas’ que publica la carta, titulada ‘Una Leyenda Urbana’, Eva reiterá su inocencia y señala que no mató a su madre y que “la única responsabilidad que podría tener en todo esto es justamente la irresponsabilidad de la inacción, y me la perdono porque es uno de los primeros vacíos que me dejó la muerte de mi madre: inacción, no tiempo, no espacio, nada”.