Un grupo de obreros inició la demolición del segundo piso de la de Lima, sobre la que por décadas se han contado historias de fantasmas y ruidos extraños en las noches.

Según el diario “El Comercio”, el dueño de la Casa Matusita, , y el banco que alquilaba el primer piso acordaron restaurar el primer nivel y demoler el mítico segundo piso, para reconstruirlo con material aligerado.

Cabe indicar que la tienda Matusita (que ocupó el primer piso de la casa durante 50 años) tuvo que cerrar en el 2005 por líos empresariales. Ese mismo año, una entidad bancaria arrendó el inmueble e instaló una de sus agencias.

Esta agencia funcionó hasta que, el año pasado, la Municipalidad de Lima declaró que la casa era un peligro. Por ello, Ladislao Thierry Tiry decidió demoler el segundo piso. La obra tiene autorización, pero fue paralizada el 16 de junio.

Según Cristian Rosenthal, gerente de Fiscalización de la Municipalidad de Lima, los obreros encargados de la demolición de la Casa Matusita no tenían implementos de seguridad y se invadió la vía pública sin permiso edil.

¿Cómo surgió la leyenda?

Se cuenta que la primera habitante de la Casa Matusita fue una mujer extranjera a quien acusaron de hechicera. Ella fue condenada a la hoguera por la Santa Inquisición, creada por el rey Felipe II para torturar a personas que ejercían actos en contra de la fe católica y que en Lima funcionó entre 1570 y 1820.

Según la leyenda urbana, antes de morir, la mujer lanzó una maldición sobre la Casa Matusita. “Es una leyenda urbana”, afirmó don Ladislao Thierry Tiry.

Él y su esposa, en 2014, empujados por el estreno de la película , hicieron un primer intento para derrumbar el mito que había sido alimentado por innumerables reportajes y que pretendía robustecerse con la puesta en cartelera del filme nacional.

Su versión del mito se remonta a cuando la casa dejó de ser habitada y se alquiló para negocio, en 1950. Ese año, la abuela y sus hijos – entre ellos la madre de don Ladislao – se fueron porque el lugar les traía recuerdos del abuelo, muerto en 1947.

“Tras abandonarla, en la casa se quedó un guardián que bebía mucho. Los fines de semana, en las noches, subía las escaleras arrastrando una cadena. Esos ruidos extraños dieron origen al mito”, dice Ladislao, quien no cree en los fantasmas de la Casa Matusita.

Según contó, pasó incontables madrugadas allí sin que ocurrieran cosas raras. Incluso varios parapsicólogos visitaron la Casa Matusita sin detectar espectro alguno.

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