Flor Marina Copara, madre del delincuente que fugó del Penal de Lurigancho, pero que luego fue recapturado, vive en un barrio humilde del Callao. Sus familiares están cansados de escuchar su apellido en sus noticias.

“Lo amo, porque es mi hijo”, comentó en un reportaje del programa Punto Final.

Fue siempre la oveja descarriada de la familia, opuesto a las enseñanzas de su madre, la única a la que no le importó que estuviera recluido en Challapalca, el penal más alto y frío del país, en donde se hizo amigo de presos terroristas.

“Yo dije señor, tú sabes cuánto amo a mi hijo. Me iba al penal para tomar desayuno con él. No me importó ir hasta Challapalca tres veces, no me importó ir sola. Fui para mostrarle mi amor y que lo quiero como es. Le digo que va a cambiar y que será un hombre de bien”, expresó, entre lágrimas, Flor Marina Copara.

La relación con su familia se habría acabado cuando Timaná empezó a ofrecerle cosas mal habidas a su madre y a presentarle mujeres nuevas cada vez que la visitaba.