Cantagallo: con juegos didácticos menores se recuperan de incendio

Lima, 08/11/2016, 04:38 p.m. | Actualizado 08/11/2016, 03:40 p.m.

“Quisiera ser bombero para poder apagar el fuego”. Esta fue la particular respuesta que pronunció un escolar de 5 años, afectado por el pavoroso incendio en la comunidad shipibo-coniba, cuando se le preguntó qué quería ser de grande.

El menor, cuya respuesta refleja el impacto emocional que le ocasionó la destrucción de su vivienda y la de sus vecinos, es uno de los 500 escolares del colegio intercultural bilingüe “Comunidad Shipiba” que reciben atención psicológica para procesar el trauma del incendio.

Dicho colegio, donde estudian los hijos de habitantes de Ucayali y otras zonas de la Amazonía que llegaron a Lima en el año 2001, se ha convertido esta semana en un espacio de soporte socioemocional, a través de actividades lúdicas para los pequeños.

Más de 65 profesionales, entre ellos 49 psicólogos, calman sus penas haciéndoles dibujar, cantar, escribir o jugar. Debido a que sus padres lo perdieron todo, ellos reciben allí desayuno y almuerzo, pero además se asean. La idea es controlar el aspecto emocional antes de volver, la próxima semana, a las clases regulares.

El ministro de Educación, Jaime Saavedra, visitó hoy la escuela para supervisar la atención que reciben los pequeños y recorrió algunas aulas. Las frases en su lengua nativa pegadas en la pared y los dibujos de objetos originarios de su cultura, como el huayruro, son una muestra de que la cultura está viva pese a la desgracia que ocurrió.

“Felizmente la institución no ha sido muy dañada, solo tiene un par de paredes afectadas. Por el momento no hay clases, la idea es que el colegio funcione como un espacio seguro para que los menores puedan jugar y distraerse hasta que se recuperen de lo sucedido”, señaló el ministro.

Los menores necesitan sobre todo ropa, alimento y calzado para poder tener una mejor calidad de vida. Los interesados en realizar alguna donación solo deben acercarse al centro educativo, ubicado a la entrada de Cantagallo, frente al mercado de flores de Piedra Lisa, en el Rímac. (Fuente: Andina)