¿Quién escondería un tesoro en la pared de un baño o en un sofá viejo? Pues aunque no lo creas existen personas que escondieron sus reliquias más valiosas en lugares sumamente insólitos.

Lo más sorprendente es que al profundizar en las historias de cómo se encontraron estos objetos se descubre que el paso de los años habrá modificado su verdadero lugar de origen pero no su valor.

La historia de Martin Elliott es claro ejemplo de que los tesoros existen y pueden ser hallados en los lugares más increíbles.

Elliott contó a diversos medios que estaba enseñando a su primo cómo utilizar un detector de metales en la granja de cebada su familia en Inglaterra cuando escuchó que su aparato hacía un fuerte ruido.

Él pensó que había encontrado metales, pero grande fue su sorpresa cuando descubrió 9,213 antiguas monedas romanas de plata por valor de 426,856 dólares.

Pero esta no es la única historia sobre este tema, a continuación diez historia similares.