Un nuevo cable de Wikileaks, fechado del 18 de octubre de 1973, revela que el Vaticano colaboró con Estados Unidos apoyando el golpe militar en Chile.

Asimismo, agrega que el secretario de Estado Vaticano de ese momento, monseñor Giovanni Benelli, defendió el gobierno militar ante el cuerpo diplomático de EE.UU, y calificó como “propaganda comunista” las denuncias de los excesos de la Junta de Gobierno.

“Benelli tildó de exagerada la cobertura de los acontecimientos (en Chile) como posiblemente el mayor éxito de la propaganda comunista, y subrayó el hecho de que incluso los círculos moderados y conservadores parecían muy dispuestos a creer las mentiras más burdas sobre los excesos de la Junta chilena”, señala en su informe la Embajada de EEUU en Roma, en un cable clasificado como secreto y con el código “Exdis”, que implica máxima reserva.

El documento agrega que “al darse cuenta de que la caída de Allende era uno de los mayores reveses para la causa comunista, dijo Benelli (…) las fuerzas izquierdistas han minimizado ampliamente los daños al convencer al mundo de que la caída de Allende fue debida exclusivamente a fuerzas fascistas y externas, en vez de a los fallos de su propia gestión política, como realmente ocurrió. Benelli expresó sus temores de que el éxito de esta campaña de propaganda comunista pueda influir en los medios de comunicación del mundo libre en el futuro”.

El cable, dado a conocer por medios que colaboran con Wikileaks como el español ‘Público.es’ y el italiano ‘La República’, señala además que “como es natural, desafortunadamente, tras un golpe de Estado, hay que admitir que ha habido algún derramamiento de sangre en las operaciones de limpieza en Chile, pero la Nunciatura en Santiago, el cardenal Silva y el Episcopado chileno en general han asegurado al Papa Pablo que la Junta está haciendo todo lo posible para que la situación vuelva a la normalidad y que las historias de los medios internacionales que hablan de una represión brutal no tienen fundamento”.

Benelli indicó además que no se podía poner en duda “la validez ni la sinceridad de la interpretación del cardenal Silva” porque, en su opinión el sacerdote, era “uno de los más destacados progresistas dentro de la Iglesia”.

Fuente: La Tercera y Agencias