El Santo Padre ingresó a la Basílica de San Pedro y se postró contra el piso como símbolo de la pequeñez humana ante la inmensidad del amor de Dios. En el altar no hubo cruces, velas, ni manteles.

Francisco presidió este Viernes Santo su primer Via Crucis, que se celebró en el Coliseo romano, como líder de la Iglesia católica, a la que quiere despojar de sus oropeles y acercarla a los más necesitados.