Turquía se enfrentó hoy al desafío de gestionar una enorme oleada de refugiados kurdos de la vecina Siria, que alcanza ya unas 130.000 personas, y evitar al mismo tiempo que turco-kurdos se unan a los combates al otro lado de la frontera.

La jornada en la zona fronteriza entre Turquía y Siria cerca del pueblo de Suruc fue de alta tensión, y las fuerzas de seguridad turcas recurrieron a gases lacrimógenos y cañones de agua a presión para dispersar a manifestantes que pretendían cruzar la frontera para luchar con las milicias kurdas en el país árabe.

Cientos de jóvenes kurdos llegaron en los últimos días procedentes de varias partes de Turquía para intentar pasar a la ciudad sirio-kurda de Kobane, conocida en árabe como Ayn al Arab, y luchar allí contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI).

Esos jóvenes llegaron tras un llamamiento de la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) para luchar contra los yihadistas, que han capturado un centenar de pueblos kurdos en Siria y se teme que perpetren una matanza contra los civiles.

Fuente: EFE