El diario Washington Post difundió los testimonios de los cristianos que soportan el asedio de los extremistas. Yussef Naame y su esposa, Norma, una pareja de ancianos cristianos de Maalula, describieron cómo los rebeldes islamistas asaltaron la localidad a principios del mes pasado. Irrumpieron con gritos de “¡Dios es grande! Conviértanse al islam o serán crucificados como Jesús’”, revivió con voz temblorosa Yussef.

Los cristianos en Damasco están convencidos de que los extremistas están apuntando deliberadamente hacia sus barrios mientras combaten contra las fuerzas leales a Al Assad, en un intento por expulsarlos de sus pueblos y ciudades de las afueras de Damasco.

Sospechan que el ensañamiento es primero religioso y después político. Es que los cristianos de Siria representan un 10% de los 23 millones de habitantes del país y, como minoría, siempre han apoyado las políticas de la otra minoría del país, los alawitas (la secta del presidente Bashar Al Assad).

El periódico detalla que los casi 50 mil cristianos que habitaban en la ciudad de Homs han huido y otros 200 mil han escapado también de la ciudad septentrional de Alepo. Cuando los insurgentes ocuparon la ciudad estratégica de Qusair en 2012, unos siete mil católicos fueron obligados a abandonar sus hogares y sus pertenencias fueron saqueadas.

La quema de iglesias cristianas, los asesinatos de fieles y religiosos católicos y ortodoxos y el ultraje de símbolos de esta religión ya son habituales en medio de la guerra.

En todo el país, unos 450 mil cristianos han huido de sus casas, una parte de los 7 millones de sirios que han abandonado el país desde que comenzó la guerra, de acuerdo con funcionarios de la Iglesia.

La amenaza de Maalula desnuda el drama de los cristianos de Siria, que temen correr la misma suerte que las comunidades iraquíes de esa confesión que, desde 2003, se convirtieron en blanco de los extremistas islámicos que siguieron golpeando a la minoría cristiana de Irak, mediante atentados, asesinatos y actos de discriminación de todo tipo. El resultado es el éxodo definitivo de varios cientos de miles de familias.