La salud de la beata había empeorado notablemente en los últimos años. Aparte de los problemas de corazón, también padecía problemas pulmonares, que agravaban las complicaciones cardíacas.

La mayor decadencia la sufrió cuando en 1993 contrajo la malaria, y ese mismo año se rompió tres costillas en Roma. Dos años después se rompía la clavícula, la malaria seguía minando su salud y los problemas cardíacos aumentaban.

Tal era el empeoramiento que Henry Sebastian D’Souza, arzobispo de Calcuta, achacaba todas esas dolencias al maligno y ordenó un exorcismo sobre la Madre Teresa.

Nacida en Albania, pero naturalizada en la India, Agnes Gonxha había dedicado su vida a los menos privilegiados. En 1928 inició su noviciado en Darjeeling, en 1931 hizo sus votos de pobreza, castidad y obediencia como monja y fue trasladada a Calcuta.

Aunque ya había decidido hacia dónde quería encaminar su vida, no fue hasta 1946 cuando la Madre Teresa experimentó la “llamada” definitiva que haría que se dejase el cuerpo y el alma en ayudar a los demás.

En 1950 fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad en Calcuta, que trataría de cuidar a “los hambrientos, los desnudos, los sin hogar, los lisiados, los leprosos, toda esa gente que se siente indeseada, rechazada, sin cariño, para traerlos de vuelta a la sociedad, esa sociedad para la que se han vuelto una carga y los evita”, según palabras de la propia Madre Teresa.

Aunque quiso dimitir en 1990, las monjas de la orden no dejaron que eso ocurriese y siguió al frente de la congregación hasta 1997, cuando María Nirmala Joshi tuvo que tomar el mando debido a la afectada salud de la fundadora.

Tras su muerte, el papa Juan Pablo II la proclamó Beata en 2003 ante la atenta mirada de 300 mil personas en la Plaza de San Pedro.

Fuente: ABC.es