“Soy muy feliz, ya que mi padre está conmigo, pues tengo su retrato en mis manos, y cientos de soldados pueden acudir a la Plaza Roja, aunque sea en fotos de la mano de sus familiares”, aseguró el líder ruso, Vladimir Putin, que encabezaba el llamado “Regimiento inmortal”.

El padre de Putin, Vladímir, al que describió como “un soldado de a pie”, fue herido cuando el Ejército Rojo intentaba romper el cerco de Leningrado. “Mi padre me contó que allí lo hirieron. La herida fue grave. Todo la vida vivió con metralla en la pierna. (…) Gracias a Dios, le conservaron la pierna. Se la podían haber amputado. Le tocó un buen médico”, relató.

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En su mayoría rusos, pero también ucranianos, uzbekos, caucásicos, siberianos, bielorrusos o moldavos recorrieron las calles de Moscú con las fotos de sus padres, abuelos o bisabuelos, muchos de los cuáles murieron en las trincheras.

Otros resultaron heridos y algunos incluso llegaron al mismísimo Berlín y participaron en la toma del Reichstag, cruento episodio que precipitó la capitulación de la Alemania nazi en mayo de 1945.

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El alto el fuego en Ucrania entre las tropas ucranianas y los separatistas prorrusos permitió a varias familias de la región rebelde de Donetsk viajar a Moscú para participar en la marcha, aunque el bastión separatista celebró su propio desfile militar.

Según cifras oficiales, unos 27 millones de soviéticos, entre los que figuraban más de ocho millones de soldados, murieron desde que la Alemania nazi invadió la URSS a mediados de 1941 y hasta la capitulación del Tercer Reich en mayo de 1945.

Fuente: EFE