Pese que los nutricionistas recomiendan la ingesta de al menos 1.500 calorías, con tan solo 18 años Lydia Davies, en Reino Unido, comenzó a ingerir 13 calorías al día. Ahora, cinco años después de caer en la anorexia, contó en un libro cómo eran sus días más duros.

Su etapa escolar fue como la de cualquier chica de su edad. Sin embargo, al llegar a la universidad para iniciar sus estudios de moda, comenzó una verdadera pesadilla. Después de una cita comenzó a no sentirse a gusto con su cuerpo y cambió por completo sus hábitos alimenticios.

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Pasó de comer con normalidad, a ingerir tan solo unas cucharadas de sopa y una bebida light. Con eso ya debía pasar las 24 horas del día. Vivir en una residencia de estudiantes tampoco la ayudó a superar la enfermedad.

Los insultos de sus compañeros por su extrema delgadez la animaban para continuar con su dramático objetivo. Sin embargo, un día se asustó al verse en el espejo y, ante el temor de ser hospitalizada, cayó en el alcoholismo.

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Lydia confiesa que se bebía dos botellas de vino por día, hasta que sus padres descubrieron que guardaba hasta 40 botellas en su dormitorio.

Afortunadamente, y tras un largo proceso de recuperación, Lydia considera que está en el camino correcto para superar la enfermedad. Confiesa que el apoyo de su novio fue de gran ayuda y que publica este libro para apoyar a otras chicas que sufren anorexia o bulimia.

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