“El 95% de los padres tiene un hijo preferido, y el otro 5% miente”, asegura Jeffrey Kluger, autor de The Sibling Effect: what the bonds among brothers and sisters reveal about us (El efecto fraterno: Lo que los vínculos entre hermanos y hermanas dicen de nosotros), un artículo publicado en la revista Time y cuyo contenido ha creado un gran revuelo.

En él, Kluger desarrolla las claves de lo que denomina “la ciencia del favoritismo”, avalada por investigaciones recientes, y que se resumirían en cuatro puntos principales:

Sexo

La sabiduría popular asegura que los niños son los engreídos de las madres y las niñas, de los padres. Efectivamente, una investigación de la Universidad de Redlands en California aún afina más: “El favorito de la madre suele ser el primogénito varón, mientras que el de la madre es la hija más pequeña”. ¿Las razones? Ver cumplidas las expectativas parentales.

Orden de nacimiento

Según los expertos, los hijos mayores son los que más posibilidades tienen de ser los elegidos. ¿La razón? Que son aquellos a los que más atención han dado los padres mientras son hijos únicos, en cuyo desarrollo han puesto más interés, en su aprendizaje, etc. Después, los más pequeños también suelen ser favorecidos. Los que menos: Los medianos.

Apariencia física

Los más guapos también tienen más probabilidad de convertirse en el niño de oro, ya que su belleza puede ser traducida en mejores genes. Y es que el triunfo de los más guapos es algo que se da en todos los órdenes de la vida. Según una investigación hecha en EEUU y Canadá, los feos cobran un 12% menos que los guapos.

Afinidad personal

Las relaciones entre padres e hijos “están condicionadas por el tipo de carácter de unos y otros”, asegura la psicóloga Victoria del Barrio. Así, hay hijos que entienden más a sus padres y saben darles lo que quieren.

Fuente: Contexto.com.ar