En Attawapiskat, un destartalado asentamiento aborigen situado al sur de la Bahía de Hudson en Canadá, las cifras de muerte y suicidios de jóvenes y adolescentes es terrible. El año pasado al menos 100 trataron de matarse.

Un reportero de BBC Mundo fue a la zona a investigar por qué los jóvenes querían morir. Lo que descubrió lo dejó atónito.

El pueblo de más de dos mil habitantes carece de algunos servicios, como agua. Esta tiene que ser obtenida de una planta de tratamiento y la que llega directamente a los hogares es mortal. Está contaminada y altamente tóxica.

Los habitantes de Attawapiskat indican que se sienten solos, que sufren por el olvido y la discriminación por ser aborígenes. Además los problemas como el agua les han provocado diversos tipos de enfermedades a la piel y hasta cáncer.

“¿Que por qué hay tantos suicidios por problemas familiares, acoso escolar, drogas, alcohol. Los niños se sienten abandonados; como si su vida no importara. Aunque sonrían están sufriendo”, dijo un habitante de la ciudad.

Estas declaraciones concuerdan con la noticia que remeció el fin de semana: 11 muchachos trataron de quitarse la vida.

“Nuestros jóvenes están perdidos. No se sienten valorados. Se sienten desconectados de su cultura y necesitan ayuda”, refiere una maestra que le tiene fe al primer ministro Justin Trudeaux, quien prometió llevar el estado a las zonas pobres y revalorar la cultura aborigen de Canadá.

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