En , los desfiles, los santos populares, las plantas de albahaca, las verbenas y las sardinas asadas son las principales señas de identidad de una Lisboa en fiestas que, sólo durante el mes de junio, se echa literalmente a la calle.

Hoy, cuando se celebra San Antonio, es el día grande de la capital portuguesa, que rinde homenaje a su patrón con decenas de actividades “de rúa” a la que están convocados sus más de medio millón de vecinos.

, música tradicional —los temas del cantante popular Quim Barreiros están siempre entre los más escuchados—, banderas y versos, especialmente por el casco histórico.

La esencia de las fiestas de Lisboa se encuentra en los llamados “arraiais”, verbenas con música en directo y barbacoas de las que es imposible escapar y que se reparten por toda la capital lusa.

Aunque los festejos duran todo el mes de junio, el momento álgido de San Antonio se viven entre los días 12 y 13, cuando se recuerda el fallecimiento del patrón de la ciudad.

Son muchos los lisboetas que consideran esa noche la más especial del año debido a las llamadas “marchas populares”, donde desfilan los barrios y que son preparadas con meses de antelación.

La fiesta

Una veintena de grupos organizados salen a la calle y recorren de arriba a abajo la Avenida Liberdade, auténtica milla de oro de la capital. Como si fueran carnavales, cada “marcha” canta y baila frente al público y compiten entre ellos por el título de ganador, para lo que el jurado tiene en cuenta desde la coreografía hasta la vestimenta.

Este año, el tema central del desfile es Rafael Bordalo Pinheiro, un artista icónico de Portugal cuyas tiras cómicas y la figura de “Zé Povinho” le han ayudado a trascender a su tiempo y del que se celebra el 170 aniversario de su nacimiento.

Otro de los puntos fuertes de estas fiestas son las “bodas de San Antonio”, quien es conocido también como el santo casamentero por excelencia por sus dones para unir y reconciliar parejas.

Cada año, 16 parejas son escogidas para pasar por la vicaría, de forma conjunta, en una ceremonia multitudinaria, en la que es sin duda una de las tradiciones más características de estas fiestas.

La iniciativa se remonta a 1958 —en plena dictadura— y tiene un marcado carácter social. El Ayuntamiento de Lisboa cubre los gastos de una “boda de ensueño” a novios con dificultades financieras que, de otra forma, no podrían tener una ceremonia de ese tipo.

Esta costumbre fue interrumpida tras la Revolución de los Claveles de 1974, levantamiento militar que permitió la llegada de la democracia, pero volvió a ser recuperada desde 1997 y hasta hoy.

Igualmente forman parte de la liturgia popular las plantas de albahaca, a la venta por todas partes en estos días. Conocida como la “hierba de los enamorados”, es habitual que los jóvenes ofrezcan a sus novias una de estas plantas, que viene con su maceta, un clavel de papel y una pequeña bandera en la que está escrito un verso popular de carácter romántico.

Pero el verdadero icono de los festejos lisboetas son las sardinas, cuyo olor impregna a toda la ciudad durante todo el mes, y prueba de ello es que sólo en junio, Portugal consume cerca de 35 millones de sardinas. O lo que es lo mismo, 13 unidades por segundo. (EFE)

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