En marzo del pasado año, investigadores de la NASA observaron la mayor explosión jamás registrada hasta entonces, provocada por el choque de un objeto de 40 kilos. Pero astrónomos españoles no han tardado mucho en arrebatarles el récord.

Tan solo unos meses después, el 11 de septiembre de 2013, investigadores del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) y de la Universidad de Huelva detectaron gracias al programa de observación MIDAS, que vigila la superficie lunar con dos telescopios desde Sevilla y Toledo, otra explosión al menos tres veces más potente, equivalente a la detonación de unas quince toneladas de TNT, que podría haber sido observada desde la Tierra sin ayuda de telescopios ni prismáticos.

También la anterior, pero esta vez el fogonazo era mucho más largo y brillante, y la roca, diez veces más pesada. Lo acaban de anunciar en la revista científica Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.

La nueva roca, de unos 400 kilos, el peso de un coche pequeño, y un diámetro comprendido entre 0,6 y 1,4 metros, chocó contra la Luna a una velocidad de unos 61.000 km por hora en la zona conocida como Mare Nubium (Mar de las Nubes), una antigua cuenca de lava solidificada con una extensión similar a la de la Península Ibérica.

El golpetazo produjo un cráter de 40 metros de diámetro y, debido a sus altas velocidades, se evaporó casi súbitamente, provocando una rápida elevación de la temperatura que generó un resplandor tan brillante que cualquiera que en ese momento hubiera estado observando la Luna atentamente, eso sí, habría podido verlo. Por lo general, estos destellos apenas duran una fracción de segundo, pero este tardó ocho en apagarse. Casi tuvo la magnitud de la estrella Polar.

Fuente: ABC