Fue un trabajo que podría haberle costado la vida. Pero, decidido a mostrar como nunca nadie lo hizo el submundo de las pandillas criminales de su país, Rotman tomó sus riesgos y finalmente logró su objetivo.

Los Mighty Mongrel Mob, cuyo nombre en español sería “la banda de los poderosos mestizos”, lo miraban con mucha desconfianza al principio. Pero con mucha tenacidad y paciencia, logró que le abrieran las puertas.

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Su trabajo fue casi antropológico. Se compenetró con sus costumbres, con su cultura y sus particulares valores, que muchas veces están reñidos con los principios vigentes en el resto de la sociedad.

Para acceder a ellos se introdujo en las prisiones de Nueva Zelanda, donde están muchos de los Mongrel. Desde su creación, en los años 60, en la ciudad de Wellington, sus miembros cometieron los más variados y atroces crímenes.

A partir del vínculo que tejió con los que estaban presos, llegó a los clubes en los que se juntan las distintas filiales que existen repartidas en todo el país.

Así fue fotografiando a los personajes más característicos, captando su esencia con enorme potencia.

“Su historia es extremadamente violenta, así que naturalmente me sentí intimidado muchas veces. Había un entendimiento tácito: si los hacía enojar, ellos me mataban”, contó Jono Rotman al Daily Mail.