tenía todo para ser feliz. Pertenecía a una familia de clase media mexicana y gozaba con permisos para entrar y salir de USA, su figura y presencia jamás pasaban inadvertidas y estaba iniciando su vida como antropóloga; sin embargo dejó todo por acompañar en el mundo del crimen a Jesús Constanzo, un temido narcotraficante que hacía rituales satánicos y sacrificios humanos antes de un nuevo “trabajo”. Esta es la historia de la mayor asesina serial de México.

En 1989 fue sentenciada a 647 años de prisión al demostrarse que pertenecía a la banda apodada ‘Los narco satánicos’, quienes mataban a sus víctimas para cortarlas en pedazos, usar su sangre y algunas partes en rituales afroamericanos.

adiós a la antropóloga y bienvenida a ‘La Madrina’

Sara tenía apenas 28 años cuando conoció y se enamoró de Adolfo de Jesús Constanzo ‘El Padrino’, un narcotraficante cubano que enviaba droga a USA desde la ciudad de Tamaulipas. Él la introdujo en la santería y le dio el sobrenombre de ‘La Madrina’.

Antes de hacer los envíos de droga, Constanzo asaltaba sexualmente y asesinaba a desconocidos, luego utilizaba las partes de sus cuerpos para ceremonias de sacrificios religiosos en un viejo almacén cerca de Matamoros. Sara era cómplice.

Toda su red de crímenes se desbarató en abril de 1989 luego que David Serna, uno de los integrantes de la banda, fuera detenido en un operativo de rutina de la Policía Federal de México, que encontró en su vehículo droga y un extraño caldero (una olla grande) con restos de sangre, corazones, partes de columnas vertebrales, que pertenecían al estudiante norteamericano Mark Kilroy, reportado como desaparecido.

Serna dio pistas sobre la ubicación de la banda que operaba en el rancho Santa Elena, en Tamaulipas, pero cuando los agentes llegaron, la banda no estaba.

Tras una revisión exhaustiva, se hallaron cuerpos mutilados de 13 víctimas a las que les habían sacado el corazón, el cerebro y partes de la columna vertebral. Todo ello era usado para *preparar un brebaj*e que “según decían los haría invisibles”.

Después de tres semanas prófugos, las autoridades lograron interceptarlos gracias a una carta de auxilio enviada por Sara Aldrete en la que afirmaba que era rehén y que temía por su vida.

Hubo una intensa balacera y la única que salió con vida fue Sara. La Policía la presentó como integrante de la banda, cuya responsabilidad era reclutar a nuevos miembros y formar parte de los rituales organizados por “El Padrino”.

’Narco satánica’ dice ser la víctima

En entrevistas realizadas en distintas épocas, una de ellas en 1992 por la cadena estadounidense Univisión, narró que durante su detención la violaron, torturaron y golpearon hasta dejarla estéril.

Tras varios años de lucha, un juez aceptó un pedido de revisión de condena y bajó los 647 años de cárcel a 50 de los cuáles ya cumplió 28.

Con los años, Sara Aldrete logró ganarse el afecto de sus compañeros de reclusión a través de acciones como pagar fianzas mínimas de mujeres de pocos recursos. Actualmente tiene 52 años y cumple prisión en el penal de Baja California.

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