Guerreros Unidos , la banda criminal acusada del asesinato de los 43 estudiantes en Iguala , representa un nuevo tipo de orden delincuencial en México: operan a nivel local, son extremadamente violentos, alejados del narcotráfico y avocados al robo, el secuestro y la extorsión.

“Las nuevas bandas son más locales y depredadoras; en el caso de Guerrero el fenómeno ha alcanzado el paroxismo por la histórica debilidad institucional del territorio; nada les ha frenado y se han apoderado de poblaciones como Iguala. Guerreros Unidos es el ejemplo más claro”, señala el analista de seguridad Alejandro Hope a El País.

Bajo el mando de Mario Casarrubias Salgado, alias Sapo Guapo, Guerreros Unidos experimentó un crecimiento de violencia acelerado. Sin escrúpulos a la hora de mutilar, torturar o asesinar, el cartel logró infiltrarse en la vida policial y política de Guerrero. Su expansión ha venido acompañada de una lucha sin cuartel contra los clanes rivales, especialmente Los Rojos.

El 29 de abril pasado, Casarrubias, de 33 años, fue capturado. Como es habitual, fue sustituido con celeridad. El puesto lo ocupó su hermano Sidronio, el capo que tomando a los 43 estudiantes por integrantes de Los Rojos dio luz verde a su exterminio en “defensa del territorio”. Sidronio cayó en manos de la policía hace dos semanas. A estas horas, otro sicario debe ocupar su puesto, preparando el próximo ajuste de cuentas.