No hay sacrificio más grande o terrible que una madre no haría por salvar la vida de su hijo, si es preciso, entregaría su vida. Eso fue lo que hizo , una joven de 29 años que vivía en Liverpool (), cuando a los 8 meses de embarazo le pidieron abortar.

En diciembre del año 2016 durante unos exámenes de rutina, los médicos de Louise Winstanley descubrieron que tenía leucemia linfoblástica aguda. Una especie de cáncer que no presentaba síntomas hasta la fase final.

Tras el descubrimiento, los médicos le dieron dos opciones a Louise: la primera abortar, la segunda esperar la muerte de su bebé en el vientre pues las quimioterapias serían muy duras.

Louise Winstanley analizó todas las opciones y prefirió adelantar su parto, aun cuando los médicos le indicaron que el nacimiento de su hija, en su condición, era un grave peligro porque su cuerpo se vería muy debilitado.

En enero del 2017, Louise alumbró a Harlow y de inmediato, ambas fueron trasladadas a cuidados intensivos. La bebé se salvó, pero la joven madre solo empeoró.

Quizá por eso, decidió dejar el hospital y pasar el poco tiempo que le quedaba disfrutando a su bebé y su otro pequeño de 2 años.

En mayo de este año, una infección comenzó a dañar los órganos internos, incluyendo el cerebro, el corazón y riñones de Louise. El día 14, ella perdió la batalla.

“Ella superó muchos obstáculos en este viaje y nos hizo sentir orgullosos de su fuerza y ​​determinación para vencer esta enfermedad cruel”, escribió su familia en una campaña de gofundme.com, en la que están reuniendo fondos para cubrir los gastos de su muerte y la crianza de su pequeños.

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