“Yo no soy un presidente pobre”, dijo el presidente de uruguayo José Mujica. “Pobres no son los que tienen poco. Pobres son los que quieren mucho. Yo no vivo con pobreza, vivo con austeridad, con renunciamiento. Preciso poco para vivir”, precisó luego que fuese considerado como el presidente más pobre del mundo.

A sus 77 años, quien fue uno de los líderes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN), Mujica sigue viviendo en su chacra en la zona rural de Montevideo junto a su esposa, la ex tupamara y senadora Lucía Topolansky, donde cultivan flores y hortalizas.

“Ser libre es (…) gastar la mayor cantidad de tiempo de nuestra vida en aquello que nos gusta hacer. Pero para eso hay que tener tiempo. Y si entro a consumir demasiado, tengo que gastarme la vida trabajando para todo eso que estoy consumiendo”, indicó a la agencia AFP.

Su patrimonio (la chacra, dos automóviles y tres tractores) asciende a unos US$ 200.100, según su declaración jurada de este año, y dona casi el 90% de su salario de unos US$ 12.400 mensuales para ayuda social.

“No preciso más, porque con lo que tengo me sobra y cuando me vaya de este mundo, si puedo dejar una escuela, esa va a ser la herencia que voy a dejar. Pero es una actitud política de quererle transmitir a la gente ’no enajenes tu vida’”, sostuvo.

“Eso tan simple parece revolucionario. No tiene nada de revolucionario, los que están locos son esa manga de viejos que se creen que precisan una vida complicada, llena de chirimbolos y necesitan un ejército de gente que los sirva. Inútil, todo eso es pamento (aspaviento). Eso es pagarle precio al feudalismo”, dijo.