“Quiero alquilar un departamento por tres meses”, dijo un hombre al encargado de la administración del condominio Miramar y el precio se fijó en 3 mil dólares, que el solicitante pagó en efectivo, según una reconstrucción realizada por el diario mexicano Excelsior.

“Lo estoy rentando para mi papá, que está un poco enfermo. ¿No tendría usted una silla de ruedas que me pueda prestar?”, pidió el sujeto antes de retirarse. Horas más tarde, un automóvil Sentra modelo 2013 color azul marino entró en el estacionamiento del edificio con dos hombres en la parte delantera y tres mujeres y dos niñas pequeñas en el asiento trasero.

En la madrugada del sábado 22 de febrero, un oficial de la Armada llegó al condominio Miramar, en Mazatlán. Preguntó qué departamentos habían sido alquilados recientemente y le informaron sobre dos: el 401 y el 602. Aún no había salido el sol cuando seis miembros de las Fuerzas Especiales de la Armada entraron a la fuerza.

LA CAPTURA

En cuestión de segundos, decidieron que inspeccionarían primero el departamento 602. Con un golpe seco y certero, reventaron la puerta para encontrar a una pareja de hombres tan drogados que ni siquiera mostraron temor ante el ingreso de los marinos encapuchados.

Luego, los seis uniformados bajaron dos pisos para inspeccionar la segunda opción. Frente a la puerta del 401, tendido sobre un colchón, dormía Carlos Manuel Hoo Ramírez, colaborador del capo narco, que no tuvo tiempo de reaccionar.

Mientras el centinela era inmovilizado, rompieron la cerradura de la puerta y revisaron la primera habitación. Ahí encontraron a dos niñas, hijas de “El Chapo” Guzmán, así como a dos mujeres: la niñera y la cocinera.

Cuando entraron en otro dormitorio, una mujer que después se identificaría como Emma Coronel, esposa de “El Chapo”, estaba acostada sobre la cama, vestida con ropa de dormir. “Yo estoy sola aquí con mis hijas”, respondió cuando le preguntaron por su marido.

Al tratar de revisar el baño, los marinos se toparon con que la puerta no abría. Alguien la detenía desde adentro.

Las dos bañeras que tapaban los accesos a los túneles por debajo de las casas de “El Chapo” en Culiacán tenían mecanismos ingeniosos para levantarse. Uno de ellos tenía que ser conectado antes de ser accionado, para lo cual había que oprimir un botón oculto detrás del espejo del baño.

“Está bien, ya voy a salir”, dijo el capo narco desde el interior del baño. Tres veces le habían pedido, de manera enérgica, que se entregara. Con las manos por delante, alzando los brazos, se puso a disposición de los oficiales. Sólo tenía puesto un calzoncillo. “El Chapo” Guzmán había sido capturado.