Cuando tenía dos meses fue enviado por error a la casa de Eisaburo Ueno, catedrático del Departamento de Agricultura de la Universidad de Tokio. El profesor lo acogió y pensó en buscar a su dueño, pero al cabo del tiempo se encariño con él y lo adoptó.

Todos los días el perro lo acompañaba hasta la estación de Shibuya, donde se despedía de él. Después Hachiko iba hasta la plaza, que está ubicada frente de la estación, y se sentaba a esperar que su dueño llegara.

Esto sucedía siempre, día tras día. Gracias a esto el dueño y su perro se volvieron muy famosos. Pero el 21 de mayo de 1925 Ueno sufrió un ataque cardíaco mientras estaba en la universidad y falleció. Sin embargo, el perro siguió esperándolo en la estación.

Durante años Hachiko esperó a su dueño. Y a la hora a la que solía salir Ueno, sin perder la esperanza, lo buscaba entre todas las personas de la estación. Aunque nunca lo encontraba, lo siguió esperando.

La historia cautivó a los japoneses, quienes construyeron una estatua en su honor en el mismo lugar donde esperaba a su dueño. Hachiko murió el 8 de marzo de 1935. Su cuerpo fue disecado y guardado en el Museo de Ciencias Naturales del distrito de Ueno.

Fuente: Agencias