¿Te imaginas a 33 mil personas viviendo en un asentamiento humano, cuyo espacio no supera una sola cuadra? Esa era la realidad de los habitantes de Kowloon, considerado alguna vez el lugar más denso del planeta.

Antes que fuera demolida hace veinte años, el fotógrafo Greg Girard pasó años con su colaborador Ian Lambort documentando este fenómeno único en Hong Kong y recuerda quedarse maravillado cuando lo vio por primera vez.

“Era un edificio monstruoso”, recuerda Girard. “No se veía como ninguna otra cosa”. Después de todo, la ciudad amurallada fue un tipo de accidente histórico, un antiguo fuerte de la dinastía Qing que nunca estuvo completamente bajo el ordenamiento del gobierno colonial británico de Hong Kong.

Como resultado de ello, sus residentes tuvieron la libertad de construir sus moradas como quisieran, ignorando códigos de seguridad. “Muchas veces las casas fueron edificadas construyendo en el siguiente edificio, perforando las paredes para construir sus escaleras”, dice el fotógrafo.

“Muchos de ellos no tenían acceso al aire o espacio abierto, porque estaban encerrados en el centro de la estructura y aunque parezca increíble, en lo profundo de la oscuridad del edificio, una variedad de pequeñas empresas florecieron”, remarcó.

Pero a pesar de la apariencia salvaje de este lugar, el fotógrafo descubrió que la gente vivía como cualquier otra gente en otras partes.

Hoy en día, los visitantes del sitio de la antigua ciudad amurallada encontrarán un jardín apacible con árboles meciéndose y estanques nublados. En el parque hay un pequeño museo en honor a lo que fue Kowloon.