Golshifteh Farahani ya había roto sus lazos con el régimen teocrático que gobierna Irán en 2012, cuando había mostrado Madame Figaro publicó su primer desnudo y oficiales citados por Daily Telegraph le hicieron llegara a los agentes de la actriz su descontento: “No necesitamos actores ni artistas como tú. Puedes irte a ofrecer tus servicios a cualquier otra parte”.

Una foto de esa famosa sesión en su página de Facebook inició un duro debate sobre su conducta. Poco después, un topless en un corto de Jean-Baptiste Mondino, “Coprs et Ames” (Cuerpos y Almas) prolongó su apuesta, y ahora hizo lo mismo con la revista Egoiste, que promueve su próximo número con un desnudo total de la actriz en su portada.

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Farahani, que ha sido reconocida con un premio César 2014, los “Oscars franceses”, posó para la lente del fotógrafo Paolo Roversi en la edición doble de Egoiste de febrero. Apenas un mes después de los sangrientos atentados contra la revista Charlie Hebdo, acusada de blasfemar al Islam, se trata de un desafío importante en un clima de tensión elevada.

Esta vez el gobierno iraní no ha emitido señales de descontento, aunque mantiene la prohibición para Farahani fronteras adentro. El primer choque entre la actriz y Teherán fue en 2008, cuando le retuvieron el pasaporte por no llevar velo cuando asistió a una premier en Nueva York.

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Su conducta liberal no le resultó gratuita. Su familia, que sigue residiendo en Irán, fue perseguida y amenazada por fundamentalistas, que llegaron a provocarle una crisis a su padre, hoy hospitalizado a causa de los padecimientos generados por los continuos tormentos.