En los albores del año 1000, el miedo al fin del mundo se abría paso en las iglesias del sur de Europa con el canto apocalíptico de una pitonisa, La Sibila.

Después de 500 años, en la Catedral de Valencia se ha vuelto a escuchar a La Sibila (mujer sabia, en una de sus acepciones) mientras que la de Barcelona recupera la suya.

En la antigua Grecia las sibilas eran sacerdotisas del templo de Apolo, videntes a través de las cuales los dioses hablaban.

“En Roma adquirieron mucha fama y prestigio al punto de que en el judaísmo y en el cristianismo se utilizaban sibilas para difundir profecías falsas sobre el advenimiento del monoteísmo”.

“El texto de La Sibila que conocemos, en el que anuncia el final de los tiempos, es un acróstico con las palabras: Jesucristo, hijo del dios verdadero”, explico a BBC Maricarmen Gómez, catedrática de música antigua de la Universidad Autónoma de Barcelona.

El personaje terminó adaptándose al cristianismo por su analogía con el Juicio Final y por la mirada de San Agustín sobre una de ellas, La Sibila de Eritrea, un personaje que incluyó en la obra la Ciudad de Dios.

Niños comenzaron a encarnar a la pitonisa ante la imposibilidad de que las mujeres participaran en los actos litúrgicos.

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Fuente: BBC