Los combatientes del Estado Islámico provenientes de los países occidentales tienen predilección por la cerveza sin alcohol y las bebidas energizantes, y en lo referente a la comida se inclinan por las papas fritas y el chocolate, informa el diario ‘The Financial Times’.

La política del autoproclamado califato trasforma la economía de las regiones ocupadas, ya que las tiendas que vendían alcohol están cerradas, mientras que las de comida chatarra, ropa (especialmente militar) y celulares obtienen moderados beneficios.

Según el periódico, antes de la ocupación muchos dueños de negocios ni siquiera habían oído hablar de productos como Red Bull, Snickers o Bounty (marca de chocolates). Sin embargo, actualmente los comerciantes del este de Siria aseguran que en algunas tiendas se puede comprar incluso el iPhone 6.

Fuente: The Financial Times