A escasas 48 horas de que los escoceses voten en un referéndum que copará la atención mundial si quieren seguir formando parte del Reino Unido, la pregunta que muchos se hacen es: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

No es hasta la década de 1980 que un amplio sector de la población escocesa empieza a distanciarse de las políticas de duro ajuste aplicadas desde Londres por Margaret Thatcher, y el hasta entonces minoritario Partido Nacional Escocés (SNP por sus siglas en inglés) ve cómo sus tesis nacionalistas van ganando adeptos en la misma medida en la que los pierden los Partidos Conservador y Británico.

Hasta entonces el promotor del referéndum, Alex Salmond, había sido una figura de segundo orden que se había distinguido como integrante del conocido Grupo 79, un colectivo radical en el que había destacado con propuestas como la transformación de Escocia en una república socialista.

El regreso de los laboristas al poder con Tony Blair y la aplicación de su “tercera vía” no hicieron sino agrandar la sima. El programa reformista del nuevo gobierno tampoco fue del agrado del electorado escocés, tradicionalmente virado hacia posiciones mucho más a la izquierda.

En estos años, la aversión hacia la élite política de Westminster y la demanda de autonomía para Escocia, que había renunciado a su propio Parlamento con la firma de la Union Act allá por el año 1707, se consolidan.

Así, en 1997, Blair concederá la autonomía para Escocia y los escoceses recuperaban tres siglos después su cámara representativa. Pero aquello no fue el final. En 2011, el SNP arrasó en las elecciones con la promesa en su programa electoral del promover un referéndum para la independencia de Escocia.

Respaldado por el veredicto de las urnas, Salmond comenzó a presionar a Londres. Su propuesta inicial contemplaba la posibilidad de profundizar en la autonomía, pero el también conservador David Cameron, elegido primer ministro un año antes, quiso jugarse un órdago. Los escoceses votarían solo sobre la independencia.

Confiado en las encuestas que daban una mayoría de tres a uno al No, Cameron creyó que doblando la apuesta de Salmond podría apagar para siempre las demandas secesionistas. El jueves se sabrá si erró o no el cálculo.

Fuente: ABC de España