El ingenio funciona con espejos y sorprende por ser en verdad sencillo y barato (padre e hijo apenas se han gastado 150 dólares en el proceso), pero es capaz de ocultar al ojo humano, en todo el espectro óptico, algo tan grande como una persona.

En un artículo que han publicado recientemente en ArXiv, un archivo online de borradores de investigaciones científicas, Howell y su hijo explican la forma en la que desarrollaron su dispositivo, del que crearon tres modelos distintos. Y no puede ser más básica.

No hay metamateriales inteligentes ni ningún componente muy sofisticado, sino un acertado camuflaje óptico de lentes convencionales (les costaron solo tres dólares) y espejos comprados en tiendas de bajo coste que dirigen la luz alrededor de la región del espacio que quieren ocultar.

La técnica, reconoce el físico, puede sonar familiar a los aficionados a los trucos de magia. Los resultados son impresionantes: Benjamin y su hermano pequeño Isaac desaparecen, en efecto, como por arte de magia.

En su estudio, los Howell subrayan que el dispositivo es “claramente escalable a grandes dimensiones”, uno de los problemas que suelen tener las capas de invisibilidad fabricadas hasta ahora, que rara vez pueden tapar algo muy grande.

Pero su ingenio también tiene algunos inconvenientes. Probablemente la mayor limitación reside en que funciona solo en una única dirección, es decir, no oculta el objeto desde todas las posiciones del observador.

El físico de Rochester cree, sin embargo, que este detalle puede no suponer un problema en algunos usos, como, por ejemplo, para camuflar satélites espía que orbitan la Tierra.

Fuente: ABC de España