El mayor brote de ébola de la historia ha cobrado 932 vidas y ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias mundiales, pues no tiene cura y se caracteriza por su elevada letalidad.

Sin embargo, surge una nueva esperanza, se trata del suero con el que fueron tratados satisfactoriamente dos trabajadores sanitarios estadounidenses que contrajeron la enfermedad.

El suero anti-ébola se llama comercialmente ZMapp y uno de sus componentes fundamentales es el suero MB-003. Este es un cóctel de tres anticuerpos, el 13C6, el 13F6 y el 6D8. Son básicamente grandes proteínas (inmunoglobulinas) que tienen la capacidad de reconocer a ciertas moléculas y unirse a ellas. Se unen a partículas con las que «encajan», pero no con otras, al estilo de las piezas de un Lego. De hecho, este mecanismo es uno de los que usa el sistema inmune para defenderse de virus y bacterias, entre otras cosas.

Según un estudio científico de agosto de 2013, el suero ya ha mostrado tener cierta efectividad en la cura del ébola en primates no humanos, concretamente en macaco rhesus.

A falta de un posible diseño para su producción a gran escala, aunque el protocolo contempla que se use para producir elevadas cantidades de anticuerpo, el equipo de desarrolladores ha sembrado plantas de Nicotiana benthamiana (una planta similar al tabaco) en las que han usado técnicas de ingeniería genética para conseguir que las plantas produzcan los tres anticuerpos deseados.

Para ello, han diseñado una serie de genes y los han introducido en las plantas para que estas los usen como si fueran suyos. El siguiente paso, es extraerlos y purificarlos para producir el suero.

Los investigadores dicen que puede usarse en humanos cuando se produce un accidente de laboratorio, en el que se conoce la naturaleza del patógeno, y ha sido diseñado para ser usado varios días después de la infección, cuando las pruebas de análisis para detectar al ébola ya han dado sus resultados.

¿Cómo se produce?

Para conseguir que las plantas produzcan anticuerpos con huella humana y con capacidad de reconocer al virus ébola, los científicos han diseñado unos genes artificiales y los han introducido en las plantas para que estas los usen como si fueran suyos.