Uno de los periodistas que presenció la ejecución, indicó que pasaron 24 minutos desde que a McGuire, condenado por violar y degollar a una joven de 22 años embarazada, se le administró la inyección hasta que fue declarado fallecido.

Esta era la primera vez que se inyectaba midazolam, un sedante, e hidromorfona, un analgésico derivado de la morfina que se utilizó para detener su respiración, una mezcla sin precedentes, para una ejecución.

Aproximadamente cuatro minutos después, McGuire empezó a jadear, luchando por respirar, y a emitir sonidos de asfixia, mientras apretaba su puño izquierdo, durante al menos diez minutos, tras los cuales cesaron sus movimientos, pero siguió vivo unos minutos más, hasta que finalmente se declaró su muerte.

Los abogados de McGuire, calificaron la ejecución como “un experimento fallido y atroz” del gobierno de Ohio, estos trataron de impedir la ejecución hasta el último momento, alegando que la muerte de su cliente sería anticonstitucional, porque iría acompañada de dolor, algo en lo que el ejecutivo estatal no coincidía.

Según los abogados, esta inyección provocaría complicaciones respiratorias a McGuire, quien sufría apnea del sueño y, aún consciente, notaría cómo se ahogaba antes de morir.

En el mes de setiembre, Ohio agotó sus reservas de inyecciones letales convencionales al igual que ya había ocurrido en la mayoría de los otros 31 estados que aplican la pena capital en Estados Unidos, lo que les obligó a probar nuevas combinaciones.

Fuente: EFE.