Se conocen varios centenares de ellas, pero resultan muy difíciles de estudiar y su origen es incierto. Ahora, las “llamas eternas” revelan algunos de sus secretos gracias al trabajo de un grupo de científicos del Departamento de Ciencias Geológicas de la Indiana University Bloomington.

Durante el pasado año, una bien conocida y espectacular llama en el neoyorquino condado de Erie ha sido el centro de una investigación que ha logrado revelar su origen. El trabajo se acaba de publicar en la revista Marine and Petroleum Geology.

Y es que, según los investigadores, queda aún mucho que aprender sobre la forma en que los gases de las profundidades logran emerger hasta la superficie terrestre. Y resulta que a veces, esas filtraciones son lo suficientemente abundantes y duraderas como para producir una llama que arde eternamente, como la estudiada al oeste de Nueva York.

Otros investigadores, como Giuseppe Etiope, del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia y que ha estudiado “llamas eternas” en todo el mundo, asegura que la de Nueva York, que se encuentra detrás de una cascada en el Chestnut Ridge Park, es la más bella que ha contemplado jamás.

Pero no solo eso. También es la que muestra las mayores concentraciones de etano y propano jamás encontradas en una filtración de gas natural. De hecho, aproximadamente el 35% del gas es una mezcla de estos otros dos gases. El resto es metano.

Analizando al detalle la composición de los gases de la filtración y comparándolos con los registros conocidos de la región, los investigadores concluyeron que el gas del Chestnut Ridge Park tiene su origen en una formación rocosa del Devónico Superior (entre hace 385 y 359 millones de años) que se encuentra a unos 400 metros de profundidad. El gas alcanza la superficie a través de estrechos pasajes entre las rocas causados por la actividad tectónica.

Fuente: Abc.es