Oriel Feldman Hall, investigadora de la Universidad de Cambridge en Inglaterra, realizó una prueba con el objetivo de llevar la moral un paso más allá.

Ella seleccionó a un grupo de personas y les preguntó si es que estaban dispuestos a aplicar electricidad a otra persona a cambio de una buena suma de dinero. El 64 por ciento respondió que no lo haría.

Sin embargo, cuando Feldman los ubicó al interior de una maquina de resonancia magnética y les propuso apretar el botón para darle un golpe de corriente a una persona ubicada en otra sala por 800 dólares, el 96 por ciento lo hizo.

Pero solo aquellas personas que apretaban el botón con más fuerza y descargaban más corriente contra la otra persona recibirían el dinero completo. Si era de menor intensidad solo se quedaban con una parte del monto.

Esta prueba demostró que el dinero anula los dilemas éticos a nivel cerebral porque cuando las personas tenían que tomar la decisión de apretar el botón o no hacerlo, la actividad en una estructura del cerebro ligada a las emociones era mayor.