Los más de 2.000 muertos por el deslizamiento de tierra registrado el último viernes en el noreste afgano descansarán en una suerte de fosa común tras abandonarse las labores de rescate ante la imposibilidad de hallar sobrevivientes.

La falta de medios ha obligado a las autoridades a renunciar a la búsqueda de las víctimas, cuyos cuerpos no serán recuperados y permanecerán sepultados en muchos casos sin identificar en el lugar donde les sorprendió el alud y perdieron la vida.

“La decisión la adoptó el vicepresidente Karim Khalili, tras consultar el gobernador de la provincia de Badakhshan, escenario del desastre, Shah Wali Adeeb, y otras autoridades regionales”, explicó a Efe el portavoz del Gobierno provincial, Ahmad Wali Ferotan.

La medida se tomó después de que se constatara la enorme dificultad de transportar al área del siniestro la maquinaria necesaria para localizar los cadáveres, algunos de los cuales se encuentran bajo 30 metros de tierra, lodo y piedras, apuntó el portavoz.