Después de haber registrado un solo homicidio en la última década, la pacífica localidad de Newtown, un pequeño enclave rodeado de bosques en la región estadounidense de Nueva Inglaterra, se vio el último viernes golpeada por el segundo peor tiroteo de la historia de este país.

“La vecindad aquí es tan tranquila que yo no tengo miedo de nada, no es como Brooklyn o New Heaven, esto es tranquilo”, explicó a Efe conmocionado Kennedy Brito, un padre brasileño que lleva más de una década en la vecina ciudad de Danbury y que se pregunta ahora dónde podrá estar seguro su hijo si no es en el colegio.

Fundada en 1705, esta idílica población de poco más de 27.000 habitantes y casas bajas todavía conserva su carácter rural, por lo que prácticamente todos sus vecinos conocían a alguna de las personas que se encontraba el último viernes en el escenario de la tragedia, la escuela primaria Sandy Hook.

“Mi familia es amiga de dos de los profesores de la escuela, gracias a Dios han sobrevivido”, relató también a Efe Bobby Haskins, un chico de 14 años que estudia en una escuela católica cercana y que todavía recuerda con terror cómo tuvo que refugiarse con sus compañeros en una iglesia al conocerse el dramático suceso.

La tragedia supone el segundo tiroteo más sangriento de la historia de Estados Unidos, tan solo después del de la universidad Virginia Tech de 2007, donde perdieron la vida 33 personas, y hace recordar también a los ciudadanos de Newtown a la del instituto de Columbine (Colorado) de 1999, donde murieron otras 15.

El drama ha golpeado así a una pequeña localidad que se preparaba ya para las fiestas de Navidad vestida de luces blancas y un gran árbol decorado por sus ciudadanos que, como en el caso de María Briscesh, buscaron refugio y apoyo durante todo el día en los diferentes centros religiosos del lugar.

“Estoy devastada. Hay tres miembros de nuestra iglesia que tienen hijos en el colegio y aún no sabemos si alguno ha muerto”, relató a Efe Briscesh, de 50 años, que acudió como otros tantos feligreses a la United Methodist Church, donde se preguntaba una y otra vez “por qué”.