Huangling, un pequeño pueblo de la provincia de Jiangxi, en el sureste de China, se ha convertido en una localidad singular: se ha vaciado de habitantes para llenarse de turistas.

Las autoridades locales lo promocionan como “el pueblo más bonito de China” y, con el objetivo de proteger su belleza, quienes allí residían han sido desalojados, para que la localidad quede intacta para el disfrute de quienes vienen de fuera a visitarla.

Situado en un valle plagado de terrazas donde se cultiva arroz y colza, este pueblo milenario está formado por poco más de un centenar de viviendas, la mayoría de las cuales se construyeron hace entre cinco y seis siglos.

En los tejados de las casas, los lugareños ponen a secar maíz, calabaza, pimientos chile o flores de crisantemo, lo que da a la panorámica un toque de color que contrasta con el blanco y el marrón de las viviendas, con una arquitectura de estilo hui.

Además, al pasear por sus calles, al visitante se le invita a entrar a las casas, se le agasaja con pasteles o “jiaozi” (“raviolis” típicos asiáticos) y se le anima a participar en las actividades cotidianas.

El pueblo se ha convertido en una especie de museo etnológico o parque temático sobre la vida rural china y los antiguos vecinos han pasado a ser figurantes en un montaje en el que todo el protagonismo recae sobre el turista.

Fuente: EFE

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