Ahora, un verdadero tesoro yace bajo las cristalinas aguas italianas en las que encalló el mes pasado el lujoso crucero Costa Concordia. Aunque algunos objetos casi seguramente van a desintegrarse, hay suficiente botín para tentar a cazadores de tesoros. Pudiera ser cuestión de tiempo antes de que fijen la mira en el Concordia, que tenía más de 4.200 personas a bordo cuando se fue a pique.

“Mientras haya cadáveres allí, es un lugar de acceso prohibido, porque es como una tumba, pero cuando hayan sacado todos los cadáveres, va a haber una carrera desenfrenada por el botín. La Mafia tiene equipos submarinos especializados para esas tareas”, aclaró Robert Marx, veterano buzo y autor de libros sobre historia marítima, arqueología submarina y búsqueda de tesoros.

El Costa Concordia era básicamente un hotel de lujo flotante y muchos de los pasajeros abordaron el infausto crucero con sus mejores ropas y joyas para lucirlas en casinos y cenas de gala.

Además de ello está la enorme riqueza contenida por el propio barco: tiendas elegantes con joyas, más de 6.000 obras de arte en las paredes y un spa que tenía una colección de xilografías de Katsushika Hokusai, un artista japonés famoso por su representación de una enorme ola con el Fujiyama como trasfondo.

“Es ahora un paraíso para buzos”, graficó Hans Reinhardt, un abogado alemán que representa a 19 pasajeros alemanes que buscan compensación por sus pérdidas. Dijo que algunos de sus clientes viajaron con diamantes y otras joyas que habían estado en sus familias por generaciones, pero las perdieron por el naufragio.

El crucero en sí vale 450 millones de euros, pero eso no tiene en cuenta el valor de los objetos a bordo, explicó Costa Crociere SpA, la compañía italiana operadora del Concordia. Entre los objetos hundidos hay muebles, una vasta colección de arte, computadoras, vino, champán, y todos los objetos valiosos que estaban encerrados en las cajas fuertes en cabinas privadas, indicó la oficina de prensa de la compañía.

Fuente: AP