La española Olalla Oliveros abandonó una carrera prometedora en las pasarelas, el cine y la televisión para ingresar a un convento de semiclausura. La conversión luego de un viaje al santuario de Fátima.

“¿Por qué aquí?, me preguntan, ¿por qué aquí, dónde nadie te dice qué guapa estás? Pues porque aquí soy feliz”, dice Olalla, 36, tras cuatro años de una decisión que cambió radicalmente su vida.

“El Señor no se equivoca. Él me hizo casting y no pude decir que no”, sostuvo la exmodelo en el testimonio que dio frente a la comunidad a la que ahora pertenece: La Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, una asociación católica con dos sedes en España.

Olalla del Sí de María es su nuevo nombre.

Antes de tomar los hábitos, la joven había protagonizado anuncios publicitarios para marcas muy conocidas, y hasta había tenido roles secundarios en series de televisión, pero sentía que la contrataban “para papeles muy frívolos, muy vanidosos, de chica frívola”.

“Y yo me decía, ¿cuándo me darán un papel de monja?, porque sentía en mi interior que de monja lo haría muy bien”, cuenta Olalla, cuya carrera en el modelaje y la actuación duró diez años.

A pesar del reconocimiento y hasta la admiración que recibía por su trabajo, Olalla no se sentía feliz. Viajó entonces al santuario de Fátima, en Portugal, donde se le apareció la Virgen María, y en el viaje de regreso a Madrid empezó a interrogarse a sí misma sobre lo que le sucedía.

“¿Qué es lo que me da esta fuerza? ¿Qué es lo que me da esta paz?, me preguntaba”.

Y la idea de ser monja empezó a instalarse en su mente pero al principio ni ella misma se lo tomó muy en serio: “Me reía. Decía, ¡oh Señor, ¿cómo puede ser que me estés pidiendo esto?! Y venga reír y venga a llorar. Así me pasé todo el camino en autobús, de noche”.

“Fui a Misa, me confesé, hablé con el sacerdote. Y cuando intentaba hablar con Jesús no conseguí hablar con Él, porque me daba la risa. Era tanta la alegría que lo único que hacía era reírme, porque estaba entendiendo que era feliz, que el Señor me pedía eso. Ese gozo y esa felicidad no la da ni un vaquero, ni un novio, ni un ´qué guapa estás´”, recordó.

Antes de aquella experiencia, Olalla no había sentido vocación religiosa, más bien “soñaba con ser actriz”, como admite ella misma. “De hecho, me iban las cosas muy bien”, subraya.

Coincide con eso su representante, Mirella Melero, que se quedó sorprendida por el “plan B” de Olalla, pues incluso “tenía un trabajo confirmado” cuando tomó la decisión. “Le habían dado un papel importante en una serie junto a nombres reconocidos de la interpretación. Estaba recogiendo los frutos de un gran trabajo”, dijo. Sin embargo Melero respetó la decisión de la modelo: “No soy religiosa ni creo en la Iglesia Católica, pero Olalla me explicó sus motivos y yo me creo su vocación”.

Fuente: Contextotucuman.com