El saliente pontífice dejó su apartamento del Vaticano, que fue sellado hasta la elección de su sucesor. También entregó el anillo del Pescador para su posterior destrucción.

Allí fue recibido por el cardenal Giuseppe Bertello, presidente del Governatorato del Vaticano (ente que gestiona el pequeño estado, del que depende la Villa Pontificia de Castel Gandolfo), y el arzobispo Giuseppe Sciacca, secretario del Governatorato.

Asimismo, estaban presentes el obispo de Albano, diócesis a la que pertenece Castel Gandolfo, Marcello Semeraro; el director de la Villa Pontificia, Severio Petrillo; la alcaldesa del pueblo, Milvoa Monachesi, y el párroco Pietro Diletti.

Desde el helipuerto se trasladó al palacio apostólico, desde cuyo balcón central se asomará a la plaza del pueblo para dirigir unas palabras a los vecinos y fieles reunidos allí para saludarle.