El papa fue despedido en el Patio de San Dámaso por un piquete de la Guardia Suiza y se trasladó en un automóvil, acompañado del Secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, al helipuerto del pequeño estado.

En dicho lugar, lo espera un helicóptero que lo llevará hasta Castel Gandolfo, que será su nueva residencia por los próximos dos meses.

En el momento en el que el helicóptero emprenda el vuelo sonarán todas las campanas de las iglesias de Roma, a manera de despedida.