Nadie sabe por qué ni en qué momento Joachim Kroll, al parecer un tipo común y corriente, un alemán analfabeto, pequeño de estatura y sin ninguna pretensión, se convirtió en un asesino serial y caníbal.

A los 22 años asesinó a su primera víctima de 19 años. La estranguló y violó, destino que correrían varias de sus víctimas con el correr del tiempo. Fue con una jovencita de 24 años, a quien asesinó, que fue la primera vez que sintió esa necesidad de comer carne humana. La policía se escandalizó al encontrar el cuerpo de la víctima sin trozos de carne en brazos y piernas.

En sus sucesivos crímenes, violaciones, estrangulamientos y canibalismo a menores de edad, se capturaron a personas inocentes. Se le llamó el Caníbal de Ruhr y la edad de sus víctimas no interesaba, podían tener 61 o 12 años y le era indiferente.

Fue un vecino que lo visitó en 1976 quien vio trozos de carne humana flotando en el suelo del cuarto de baño. Dio aviso a las autoridades y a Joachim no le quedó otra que confesar los crímenes que lograba recordar en los 21 años de asesinatos consecutivos. Fue condenado a cadena perpetua.

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