David Berkowitz (1 de junio de 1953) es un temible asesino conocido como ‘el hijo de Sam’ que se distingue de otros criminales por no tener un modus operandi definido: podía disparar su revolver en cualquier momento, lo que lo hace impredecible y peligroso.

Tuvo una niñez solitaria y triste después que su madre lo abandonara, que se intensificó luego del fallecimiento de su madre adoptiva. En ese momento el rencor contra las mujeres aumentó. Desarrolló una doble personalidad al no poder asimilar la soledad sumada a su baja autoestima y gran timidez.

“Mis padres [adoptivos] estaban constantemente preocupados por mi comportamiento extraño. Sabían que yo vivía en un mundo imaginario y no podían hacer nada contra los demonios que me atormentaban y controlaban mi mente…”, dijo Berkowitz alguna vez.

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Se compró un revólver y a los 23 años comenzó con una serie de crímenes en Nueva York entre 1976 y 1977, donde asesinó a seis personas e hirió a otras siete. Asesinaba sin razones, disparaba contra cualquier persona en cualquier lugar sin aparente motivo.

En 1977, luego de varios crímenes y con un testigo que lo identificó, Berkowitz fue detenido. Confesó todos sus crímenes y alegó locura al afirmar que escucha la voz de un demonio de 6 mil años reencarnados en ‘Sam’, el perro de su vecino, el cual le ordenaba matar.

Los psiquiatras lo diagnostican como esquizofrénico paranoide de personalidad antisocial. Berkowitz es encontrado culpable y condenado a cadena perpetua, con una pena de 365 años en una cárcel de máxima seguridad.

Años más tarde se le vinculó a una secta satánica. En prisión sufrió un ataque de cuchillo por parte de otro recluso y, aunque parezca mentira, Berkowitz se convirtió al cristianismo y se ha convertido en un guía espiritual.