Es en la escuela primaria, al empezar la educación obligatoria, que es pública, cuando los niños se juegan su futuro académico y profesional. Durante seis cursos lectivos, desde los 6 hasta los 12 años, los alumnos aprenden inglés, idioma oficial del país, además de su lengua materna (tamil, mandarín o malayo), matemáticas, ciencias, humanidades y artes.

Al finalizar este periodo los niños se enfrentan al “Primary School Leaving Examination”, una especie de reválida que evaluará sus conocimientos de lenguas, matemáticas y ciencias.

A pesar de que casi el 98% de los niños supera el examen, los estudiantes necesitan conseguir una nota alta que les permitirá elegir el centro donde cursarán sus estudios de educación secundaria. Las 160 escuelas figuran clasificadas en un ranking, siendo la Raffles Institution, para niñas o para niños, una de las más prestigiosas ya que de ella salen los principales líderes del país.

La nota en el examen sirve también para dividir a los niños en tres grupos: avanzado, normal y técnico. Los grupos son permeables, por lo que los estudiantes pueden pasar de un nivel a otro según su progreso académico. Los alumnos continúan con las asignaturas de primaria a las que se añade una tercera lengua, a elegir entre japonés, coreano, francés, alemán o español, idioma optativo a partir del próximo curso escolar.

Después de los estudios secundarios, que duran entre cuatro o cinco años según el nivel, los alumnos pasan una nueva reválida para continuar estudios preuniversitarios o de formación profesional.

Solo los mejores estudiantes pueden acceder al Instituto Nacional de Educación donde se forma al profesorado, una profesión prestigiosa con un salario similar al de un ingeniero, unos 35 mil euros anuales, que se complementa con bonificaciones y beneficios en función del ranking que consiga la escuela, de los resultados de los alumnos y de la antigüedad.

Los cursos empiezan en enero, se dividen en dos semestres, con diez semanas de vacaciones, y las horas lectivas diarias son cinco para primaria y seis para secundaria. Sin embargo, la mayoría de las familias recurre a las clases privadas para que los niños consigan los niveles de exigencia requeridos.

Esto ha provocado un intenso debate en la opinión pública, ya que las familias con mayor poder adquisitivo pueden pagar más y mejores profesores privados para sus hijos, lo que altera el principio de igualdad de oportunidades de la escuela pública.

Singapur destina un 20% de su presupuesto anual a educación, unos 7 mil millones de euros en 2013, aproximadamente un 3% de su Producto Bruto Interno (PBI).

Fuente: ABC de España